REVISTA DE CINE

jueves, 30 de agosto de 2012

El Sari rojo (Javier Moro)

La célebre novela del recientemente fallecido Ray Bradbury, Fahrenheit 451, está basada en una sociedad ficticia emplazada en el futuro donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo a cargo del Estado llevan al exterminio de libros. Según el gobierno, los ciudadanos empiezan a ser diferentes a medida que leen, y este, velando por la felicidad de estos, quiere destruir todos los libros para que así no cuestionen sus acciones y los ciudadanos rindan en sus labores. En cierta medida, limitándoles la libertad de pensamiento, opinión y creación. Fue una crítica a la censura de libros en Estados Unidos, como resultado del Macartismo y al igual que la quema de libros en la Alemania Nazi en 1933.

Heinrich Heine, en referencia a las barbaridades perpetradas por la inquisición española, escribiría su famosa frase: "Allí donde queman libros, al final, queman personas". La práctica de quema de libros, vinculada con el fanatismo religioso, suele realizarse en público e irónicamente provoca justamente lo contrario de lo que se busca; da gran publicidad a los libros que se quiere hacer desaparecer. 

Esto sucedió en la India con Javier Moro tras el anuncio de la publicación de su libro sobre Sonia Gandhi, descrita por el autor como "tan fascinante como desconocida; tan fascinante como ejemplar" en El sari rojo (Ed. Seix Barral).
Su libro fue vilipendiado, su efigie quemada en demostraciones públicas enfrente de cámaras de televisión, y censurada la publicación por el Partido del Congreso (el partido de Sonia Gandhi). Sacando frases de contexto del libro, televisiones privadas, tan dadas asiduamente al "breaking news" por cualquier memez, y al amarillismo, distorsionaron temas sensibles de la novela a su antojo. 

Hubo reportajes de televisión con dudosos analistas políticos que no dejaron de tildar al libro de falso, controvertido, ficticio y corrosivo para la figura pública de Sonia Gandhi. Todo esto aun sin haber leído el libro. Lo que les hacia reaccionar tan apasionadamente eran las frases erróneamente traducidas al inglés y distorsionadas del libro sobre temas que sabían que iban a llamar la atención al público indio, cada cual mas irrisoria y nimia para tan desmesuradas reacciones: "Sonia Gandhi se negó a aprender hindi, el idioma que solo los siervos hablan", "Los Mainos (apellido de nacimiento de Sonia) no tenían tierras, solo unas cuantas vacas y una casa de piedra construida a mano por Stefano (padre de Sonia)", "Sonia pensó en volverse a Italia", "Sonia pensó en el satí (rito de arrojarse la viuda en la pira de cremación del marido)".
El cabecilla de tales gansadas premeditadas, el que movió la batuta de tal orquestra de sin razón, fué un parlamentario pelón, abogado de profesión y portavoz del Partido del Congreso. Un político melifluo cobista que vió una oportunidad de hacerse ver en televisión y notar entre los miembros de su partido como un férreo defensor de la imagen pública de Sonia Gandhi en un país donde el mundo sucio de la política, la verdad no es lo importante, sino su manipulación. No tuvo reparos en acusar públicamente al autor español de ser deshonesto e inconsciente con su obra, de explotar descaradamente la privacidad de una persona viva y en aterrorizar a los editores para que se abstuvieran en su publicación.
Como haciéndose realidad la famosa frase de Heine, tuvo que dimitir hace pocos meses debido a un escándalo sexual, viéndose "inmolada", "quemada" su imagen pública por un caso de bragueta. Su escarceo sexual con una abogada fue grabado secretamente en un cd que se divulgó como una traca masclet por las redes sociales, a las que acusó este político, sin pudor alguno, de sensacionalismo. Tras hacerse público los efectos visuales, sonoros y fumígenos, como tal reacción pirotécnica, este personaje arribista acabó apartado en el más completo ostracismo político. Retirado este podrido garbanzo cetrino, esperemos que ahora sea consentida la publicación.
Los que supieron sacar tajada de toda esta controversia fueron sin duda los del partido nacionalista en la oposición (cuya idea es que "una India hindú" gobierne el país) que vieron una oportunidad más en meter el dedo en la llaga con sus medios de prensa afines. La estupidez del portavoz del Partido del Congreso no hizo sino dañar la imagen interna del partido cuyo presidente es Sonia Gandhi, apellido que representa valores como libertad, tolerancia, laicismo y unidad.
La quema de libros, o su censura, da una imagen en el exterior de una India dejándose llevar por prejuicios y costumbres arcaicas. Todo lo contrario a la visión que tenia Rajiv Gandhi, que como describe Moro en su libro, supo rodearse de tecnócratas, de jóvenes con maletín y traje de ejecutivo, ejemplos de una generación moderna que creía en la tecnología, en las estadísticas y en los ordenadores, pragmáticos y totalmente ajenos a todo lo que tuviera que ver con la religión, la ideología o la superstición. En el libro, excelentemente documentado, se describe también cómo Indira abolió los privilegios de los maharajás por considerarlos anacrónicos y fuera de lugar, y el desprecio que su ateo padre, Nehru, sentía hacia santones y yoguis que los consideraba responsables del atraso y de las divisiones internas.
Lejos de ser una sucesión de anécdotas inconexas o de chismes históricos, el libro, muy bien hilvanado tras una minuciosa labor de investigación, nos narra la historia de los personajes que forjaron y tomaron el testigo político de la India. Nos da a conocer que sucedió en los morbosos casos de corrupción que golpearon a los Nehru-Gandhi; la familia más admirada y denostada de la India. La vida política y privada de Indira, las relaciones de ésta con sus hijos, con sus nueras y su trágico asesinato. De una forma muy amena y objetiva, sin salirse fuera de tiesto, nos describe la juventud de Sonia en Italia, su enamoramiento con Rajiv, la vida en familia tras el nacimiento de sus hijos, el atentado terrorista que la dejó viuda, su popularidad, veneración y ascensión en política. 

Moro cuenta cómo Sonia Gandhi, tras ganar las elecciones, en un país donde todo es mito y símbolo, recordó a los indios que la auténtica fuerza de su nación radica en su creencia de que todas las religiones forman parte de una búsqueda común de la humanidad para encontrar sentido a la existencia, en su tradicional apertura hacia los demás y en su tolerancia. Palabras que que se contradicen con la censura de libros y quema de fotos de escritores.
En su boda, Sonia lució un espléndido sari hecho con el algodón que Nehru hiló estando en la cárcel. El mismo que su suegra Indira llevó en su boda y más tarde su hija Priyanka. Un símbolo, El sari rojo.

Por ALFREDO DE BRAGANZA