REVISTA DE CINE

miércoles, 15 de diciembre de 2010

GANDHI y RABINDRANATH TAGORE


Dado que Rabindranath Tagore y Mohandas Gandhi fueron dos de los principales pensadores indios de este siglo, muchos estudiosos han intentado comparar sus ideas. Al enterarse de la muerte de Rabindranath, Jawaharlal Nehru, quien entonces se encontraba encarcelado en una prisión británica de la India, escribió en su diario el 7 de agosto de 1941:

Gandhi y Tagore. Individuos por completo diferentes entre sí, pero típicos de la India, los dos inscritos en la larga fila de grandes hombres de su patria... No es tanto debido a alguna virtud aislada sino al tout ensemble, por lo que creo que entre los grandes hombres del mundo contemporáneo, Gandhi y Tagore fueron supremos como seres humanos. Qué buena suerte que haya podido estar en estrecho contacto con ambos.

A Romain Rolland le fascinaba el contraste entre ellos, y cuando terminó su libro sobre Gandhi, le escribió a un profesor indio en marzo de 1923: "Terminé mi Gandhi, en el que pago tributo a esas dos grandes mentalidades como ríos que desbordan el espíritu divino, Tagore y Gandhi". Al mes siguiente consignó en su diario algunas de las diferencias entre Gandhi y Tagore escritas por el reverendo C. F. Andrews, clérigo y activista público inglés que llevó estrecha amistad con ambos hombres (y cuya importante participación en la vida de Gandhi en Sudáfrica y en la India refleja muy bien la película Gandhi de Richard Attenborough). Andrews refiere a Rolland una discusión entre Tagore y Gandhi presenciada por él, en torno a temas que los dividían:

El primer tema de discusión fueron los símolos. Gandhi los defendía, pues consideraba que las masas no podían responder de inmediato a las ideas abstractas. Tagore no soportaba ver que se tratara siempre al pueblo como a un niño. Gandhi aducía todo lo que la bandera, como símbolo, había conseguido en Europa; a Tagore eso le parecía fácilmente objetable, pero Gandhi perseveró y comparó las banderas europeas que mostraban águilas, etcétera, con la suya propia, en la que había puesto una rueca. El segundo tema de discusión fue el nacionalismo, defendido por Gandhi. Afirmaba que se debe pasar por el nacionalismo para llegar al internacionalismo, de la misma manera que debe pasarse por la guerra para llegar a la paz.
Tagore sentía gran admiración por Gandhi, pero difería de él en diversos asuntos, entre ellos el nacionalismo, el patriotismo, la importancia de los intercambios culturales, la racionalidad y la ciencia, así como sobre la naturaleza del desarrollo económico y social. Estas diferencias, diría yo, presentan una pauta clara y constante: Tagore lucha por un ámbito más amplio de razonamiento, por una perspectiva menos tradicionalista, con mayor interés por el resto del mundo y más respeto por la ciencia y la objetividad en general.

Rabindranath sabía que no habría podido brindarle a la India el liderazgo político que Gandhi le confirió, y nunca hubo ironía en su reconocimiento de lo que Gandhi hizo por la nación (de hecho, fue Tagore quien popularizó el tratamiento de "Mahatma" –alma grande– para Gandhi). Sin embargo, los dos fueron siempre profundamente críticos de muchas de las ideas que el otro defendía. El que Mahatma Gandhi haya recibido mucha más atención fuera y dentro de la India es lo que confiere tanta importancia a "la perspectiva de Tagore" respecto a los debates entre él y Gandhi.

En su diario de la cárcel, Nehru escribió: "Tal vez sea bueno que [Tagore] se haya muerto ahora sin ver los horrores que sobrevendrán en número cada vez mayor en el mundo y la India. Ya había visto bastantes y le inferían una tristeza infinita". Hacia el final de sus días, Tagore desesperaba ante la situación de la India, especialmente por su carga habitual de problemas, como el hambre y la pobreza, a las cuales se sumaba la incitación organizada a la violencia entre hindúes y musulmanes. Este conflicto llevaría en 1947,  seis años después de la muerte de Tagore, a las matanzas generalizadas que se dieron durante la separación; pero ya había corrido mucha sangre durante los últimos días de su enfermedad. En diciembre de 1939 le escribió a su amigo Leonard Elmhirst, filántropo y reformista social inglés con quien había colaborado muy de cerca en la reconstrucción rural de la India (y quien había fundado en Inglaterra el Dartington Hall Trust y una escuela progresista en Dartington que se apegaba explícitamente a los ideales pedagógicos de Rabindranath):
No hace falta ser un derrotista para experimentar profunda ansiedad por el futuro de millones que, no obstante su cultura innata y sus tradiciones pacíficas, se ven sometidos simultáneamente al hambre, a la enfermedad, a la explotación de propios y extraños, y al descontento del comunalismo.
¿Qué habría pensado Tagore de la India actual?, podemos preguntarnos a sesenta años de la independencia de 1947. ¿Vería progreso, un desperdicio de oportunidad, tal vez incluso una traición a sus promesas y convicciones? Y, pasando a un tema más amplio, ¿cómo reaccionaría al difundido separatismo cultural del mundo contemporáneo?

FRANCISCO VALDES UGALDE

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