REVISTA DE CINE

lunes, 10 de enero de 2011

SALMAN RUSHDIE comenta sobre la obra de SATYAJIT RAY

"Nunca podré olvidar el entusiasmo que me produjo al ver Pather Panchali", dijo Akira Kurosawa sobre el primer filme de Satyajit Ray,  y es cierto: esta película, hecha con casi nada, sobre todo con actores sin formación, por un director que estaba aprendiendo (y creando) las normas sobre la marcha, es una obra de tal fuerza lírica y emocional que se convierte, para su público, en tan potente como sus propios recuerdos personales más profundos. Hoy, el breve arranque de Ravi Shankar en el maravilloso tema musical, trae una avalancha de sentimientos, y una multitud de imágenes: el enorme ojo del pequeño Apu cuando se estaba despertando, lleno de picardía y de vida, el insectos bailando sobre la superficie del estanque, que avanza la llegada de las lluvias del monzón y, sobre todo la escena inmortal, uno de los más trágicos de todo el cine mundial, en el que el brahman Harihar vuelve a su casa de la ciudad, con los regalos para sus niños, sin saber que su hija ha muerto en su ausencia. Cuando muestra a su esposa, Sarbajaya, el sari que ha traído a su hija muerta, ella comienza a llorar, y él comienza a entender, grita, pero - y este es el golpe de genio - su voz se sustituye por la música de un solo de Tarshehnai, un sonido como el grito del alma.

Ray completaría muchas más películas, pero su logro hasta el día de hoy, ya es sorprendente. Se podría decir que toda su obra es, como su primera película, "una canción del camino", porque Ray siempre ha preferido las historia íntimas a la gran épica, y es por excelencia el poeta a escala humana, la comedia a tamaño natural, la tragedia de los hombres y mujeres comunes, caminando, como todos caminamos, sobre pequeños pero inolvidables caminos.

SALMAN RUSHDIE

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